Una lágrima escapa miedosa, dolorida, llena de pánico y resbala lentamente por tu mejilla. Suspiras, quizá a punto de introducirte en un profundo sueño por el agotamiento del imparable llanto. No sabes que hacer. Tus párpados caen derrotados y la lágrima se desploma sobre la almohada, perdiéndose en ella, huyendo de todo, desapareciendo como tú querrías hacer.-
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